Vivimos tiempos complejos, con transformaciones de gran magnitud, en muchas de las facetas vitales que afecta a la gran mayoría de los habitantes de nuestro planeta. Viejos y nuevos retos se agolpan en la agenda para una convivencia pacífica, justa, saludable y segura. Y todo ello precisamente cuando el progreso proporcionado por los cambios tecnológicos podría contribuir de mejor manera a facilitar los medios de vida y la necesaria creación de condiciones más dignas para muchos seres humanos. Paradójicamente, en el momento en que este “progreso” nos ha conducido a un estado de desarrollo y a una capacidad de generación de riqueza nunca antes conocido, es cuando el mundo afronta una recesión de grandes proporciones, se agudizan las diferencias entre ricos y pobres, más se evidencia la exclusión absoluta o falta de acceso a los recursos, o cuando se enquistan situaciones de pobreza extrema y hambre y de pérdida de la propia dignidad de la vida humana.
Nuestro mundo ha dejado de ser un lugar habitable y seguro para una parte importante de su población. La contaminación de las aguas, o su carencia para el uso humano o agrícola, las escasez de alimentos, la carencia de otros servicios básicos: sanitarios, educativos o sociales y las consecuencias que ello entraña para la salud y la calidad de vida han sido razones para la propuesta de Objetivos de Desarrollo del Milenio por Naciones Unidas, desde donde se promueve una llamada a la revisión de los modelos de desarrollo y de solidaridad del conjunto de la sociedad. Además nuevos retos derivados problemas más recientes son también protagonistas de este cambio. El Cambio Climático y sus consecuencias en forma de catástrofes naturales, las nuevas enfermedades o el resurgimiento de enfermedades consideradas desaparecidas o la pérdida de biodiversidad, son solo algunos de ellos.
Vivimos en un modelo productivo, cultural y de sociedad, basado en la explotación sin límite de los recursos naturales, en el consumismo –también ilimitado– como motor de crecimiento económico, en la subordinación de la persona –el ser humano– a los grandes intereses de las empresas multinacionales o en las relaciones de dominio (funcional, territorial, empresarial, de género, etc.). Hoy parece evidente que este modelo está siendo presa de sus propias contradicciones y más allá de esto está poniendo en riesgo la civilización tal cual la conocemos.
Este riesgo también parece hacer emerger una nueva conciencia de ciudadanía global o al menos de vecindario planetario. Una consciencia de escala más universal, de pensamiento integrador, de mayor preocupación ambiental,… aunque también como movimientos de reacción a su vez emergen sus antagónicos. Una población informada, a veces infoxicada; conectada en red, a veces perdida y enredada; sensible pero sin acción o a veces impactada y de reacción solidaria… En todos los casos ha cambiado la forma de percibir el mundo. Ha crecido la consciencia de proximidad e interdependencia, de escasez y agotamiento de recursos naturales, de conocimiento ancestral perdido, de organización compleja y vulnerable, hasta la idea de la especia humana como parte de las entretelas en riesgo,… Amanece la necesidad de una nueva forma de relación y desarrollo, de instrumentos y actitudes. Comercio justo, finanzas éticas, economía solidaria, agroecología, energías renovables, decrecimiento racional, cooperación al desarrollo, etc., son tan solo expresiones de ese nuevo amanecer.
Bajo estas coordenadas el Taller propuesto trata de propiciar un espacio de formación, sensibilización y reflexión en torno a la Cooperación Internacional al Desarrollo. En primer lugar pretende sistematizar el conocimiento disponible desde los fundamentos y la conceptualización, presentando sus orígenes, evolución y situación y organización actual. Esta perspectiva más teórica también quiere ser abordada con una visión transversal basada en los fundamentos éticos, la igualdad de oportunidades y la perspectiva de género, y la forma de concebir tanto el desarrollo como la participación de los actores implicados en los territorios.
Una segunda perspectiva pretendida por el Taller es de carácter instrumental. Se presenta aquí la realidad de la cooperación desde el punto de vista de los agentes que participan, las redes de donantes, las estrategias de captación de financiación y las ventanillas y líneas de ayudas disponibles a distintos niveles.
Un tercer enfoque persigue observar la cooperación desde la práctica, a través de los actores directamente involucrados ya sean estas organizaciones no gubernamentales, administraciones locales, empresas de asistencia técnica u otras y de organizaciones intermedias para el desarrollo, con una aproximación que trata de identificar las mejores prácticas y las lecciones aprendidas en el proceso de la cooperación. Así se procura de reflejar los tipos de proyectos, sus estrategias y acciones, el contexto donde se desenvuelven, los socios y destinatarios.
El Taller, concebido sobre todo como un espacio de participación, quiere, en suma, servir de catalizador de inquietudes y voluntades en relación a la cooperación y la ayuda humanitaria con la mirada de una sociedad más justa y un desarrollo más sostenible, con una atención específica a los entornos rurales, presentándose en su operativa como un recurso de capacitación, motor de cambio de actitud y toma de conciencia.
Objetivos
Destinatarios
El Taller está dirigido a personas interesadas en la Cooperación al Desarrollo, profesionales y voluntarios de ONGs, profesionales de organizaciones intermedias y de agencias de desarrollo local, responsables públicos y técnicos de administraciones locales responsables de servicios de cooperación o solidaridad.